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Ateneo de Sanlúcar de Barrameda

TERTULIA EN EL ATENEO SANLUQUEÑO.

El pasado día tres de febrero, tuvo lugar en la sede del Ateneo una tertulia sobre la inmigración. Invitamos a mucha gente y finalmente se presentaron dos ingleses, una francesa y una argentina. También acudieron  miembros de la entidad organizadora del acto y otras personas de distintas profesiones e ideologías que vinieron a conocer más afondo el problema y dar sus opiniones sobre este tema.

Básicamente, lo que hicimos fue escuchar la experiencia de estos inmigrantes, llamados por ellos mismos, entre comillas como de lujo, pues su preparación intelectual y en muchos casos cierta independencia económica les había dado desde el principio una clara baza para insertarse en nuestra sociedad.

Todos coincidieron en afirmar  que su integración había sido rápida y sin situaciones especialmente conflictivas, eso era debido a la particular idiosincrasia de este pueblo que sin lugar a dudas era muy receptivo, tranquilo, acogedor y en el que se podían mover con total libertad y donde la noticia era que su rutina diaria no despertaba inquietud alguna.

La luz de Sanlúcar, su oferta gastronómica y la simpatía de las gentes en general les había cautivado También es verdad que ellos a diferencia de otros  colegas y de otros lugares del país, no se habían constituido en guetos sino que más bien se sentían miembros de esta comunidad.

El diálogo que se entabló fue muy interesante y dinamizador, pues las intervenciones de los presentes se sucedían con absoluta fluidez. Se echó de menos como podrán suponer, el punto de vista de los otros inmigrantes que conviven con nosotros como rumanos, chinos, marroquíes etc.. A estos, según comentario de algunos asistentes, su periodo de integración les había sido un poco más difícil ya que dependiendo de dónde viniesen, la población mostraba una actitud más o menos abierta. Todos coincidieron en que a pesar de esas dificultades, de esa falta de trabajo y de alguna reticencia a la hora de encontrar casa para alquilar, se sentían en general muy a gusto aquí.

Todo este tipo de evento tiene en muchos casos la guindilla de la sorpresa. Pues ya casi al final hubo un enriquecedor intercambio de opiniones sobre la educación de los jóvenes, la cultura, las expectativas de ocupación, la situación de la mujer,  su dependencia del hombre y su vacío espiritual, que  no siempre pero si a veces suponía un terreno abonado para la desilusión y la desesperanza.

Incluso se habló del concepto de trascendencia como motor de cambio, aplicable a todos los países en cuyo seno desgraciadamente suenan las voces de aquellos a los que la dejadez gubernamental y nuestro silencio cobarde, les ha condenado a la marginación y a la pobreza de medios que les impide soñar en la existencia de un mundo mejor y más solidario, triste quimera que cada día hacemos realidad con nuestro comportamiento.

Manuel Reyes Vara.

 

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